John Reginald Christie

  A fines de marzo de 1953, un nuevo inquilino del nº 10 de Rillington Place, se encontraba haciendo las reformas necesarias para poner en condiciones su nuevo hogar, pues éste estaba bastante sucio y desarreglado.
Al agujerear la pared de la cocina, se dio cuenta que era una falsa pared que escondía un hueco que estaba empapelado.
Prosiguió a arrancar el resto del papel para comprobar que había en su interior.

Al mirar hacia adentro del agujero con su linterna, se sobresaltó al encontrar un cuerpo envuelto en una sabana.
Detrás de este habían dos cadáveres mas.

Tres mujeres que habían sido estranguladas.
Inmediatamente llamó a la policía, quien en un registro posterior a la vivienda halló otros dos cuerpos enterrados en el jardín y el cadáver de una tal Señora Christie, sepultado bajo las tablas del suelo de la habitación principal.
El anterior inquilino había dejado Rillington Place 3 días antes, y su nombre era John Reginald Christie.

Así comienza esta escalofriante historia de un hombre mentalmente perturbado…


Los orígenes:
John Reginald Halliday Christie nació el 8 de Abril de 1898 en Halifax.
Su familia estaba compuesta por su madre, su padre y seis hermanos más.
Podía decirse que era un hogar feliz, pues contaba con el cariño de sus hermanos y de su madre, pero no podía decirse lo mismo de su padre, pues éste era un hombre de carácter severo y autoritario.
John fue un buen estudiante durante su infancia e incluso llegó a ser monitor de los boy scout.
Durante su adolescencia sufrió una gran humillación, convirtiéndose en el blanco de los chistes de sus compañeros que se enteraron que Christie era impotente.
Lo llamaban “Reggie no puede”.
Con tan sólo 17 fue sorprendido robando dinero mientras trabajaba como oficinista en la policía local. Como consecuencia de este acto, su padre lo echó de su casa.
A los 18 años fue reclutado para prestar servicio en la Primera Guerra Mundial, allí fue gaseado, lo que le valió recibir posteriormente una pensión por incapacidad.
En el año 1920 se casa con Ethel Waddington.
En los años siguientes fue encarcelado reiteradas veces por robo de dinero y en 1924 quedó encerrado varios meses en prisión.
Como consecuencia de su conducta delictiva, Ethel lo abandona en el año 1929.
Entonces John se dedicó durante un período de tiempo a llevar una vida de vagabundo y malviviente.
Tras otras tantas estadías en la cárcel, Christie decidió escribirle a su mujer para que regrese con el, Ethel accedió y así fue como comenzaron otra etapa en su matrimonio.

John Christie y su esposa Ethel.

Una nueva vida:
En 1938, John y Ethel se mudaron al nº 10 de Rillington Place.
Un año después, Christie consiguió un trabajo como policía especial gracias a su relación con el ejército.
En Agosto de 1943, le tocó investigar a un hombre por robo, y allí fue cuando conoció a su primera víctima, Ruth Fuerst, una prostituta de sólo 17 años.
Aprovechando que Ethel se encontraba fuera de casa, Christie invitó a la joven a tomar el té, y luego de la merienda la estrangula. Enterró el cadáver en el jardín trasero.
Tras un año dejó su empleo en la policía y comenzó a trabajar en los Ultra Radio Works.
Allí se hizo amigo de Muriel Eady, de 31 años, quien le comentó que sufría de un catarro tremendo.
Christie le hizo saber de los conocimientos médicos que había adquirido en la guerra, por lo que Muriel no dudó en acudir a su casa para ver si podía curarla.
Esta vez Christie planeó el asesinato premeditadamente: fabricó un tarro de cristal con tapadera metálica, ésta tapa tenía dos agujeros de los que salían dos tubos de goma; uno iba conectado a un conducto de gas y el otro a una especie de mascarilla, por la que la víctima debía inhalar para curarse.
Confiando en el remedio para el catarro, Muriel comenzó a inspirar.
Al darse cuenta de lo que estaba inhalando no tuvo tiempo de reaccionar, pues Christie la estranguló y abusó de ella. Su cadáver fue enterrado en el jardín.
Pasaron cinco años de “paz” hasta que Christie decidió volver a actuar.
De vuelta a la acción:
En el año 1948, Timothy y Beryl Evans, junto con su hija Geraldine de poco más de un año, se trasladan al nº 10 de Rillington Place.
El joven matrimonio se llevaba bien con Christie y su mujer, Ethel se encontraba encantada con la niña.
En 1949 Beryl queda embarazada, el matrimonio no deseaba tener otro hijo, pues los ingresos de Timothy eran muy bajos como para mantener a toda la familia.
Preocupados, comentaron el problema a los Christie, ante el cual John se ofrece a practicar el aborto, convenciéndolos de que podía realizarse sin salir de casa.

Timothy y Beryl Evans, junto a Geraldine.

El 8 de Noviembre de 1949, Timothy regresa a casa luego de trabajar y recibe la noticia de que Beryl no había sobrevivido a la operación.
Timothy, trastornado, no sabía que hacer, pues el aborto es ilegal en Inglaterra por lo que se dejó guiar por la única persona que puedía ayudarlo, el señor Christie, quien lo convenció para ocultar el cadáver.
Timothy, horrorizado y asustado acepta la proposición, convirtiéndose así en cómplice del homicidio de su esposa.
El señor Christie le sugirió además que abandone la ciudad por un tiempo, y le aseguró que mientras tanto él se encargaría de dar en adopción a la pequeña Geraldine.
Timothy se fue de la ciudad, pero no pudo olvidar el horrible suceso y sintiéndose culpable se presentó en la comisaría donde confesó haber matado a su esposa.
Hicieron falta dos registros de la casa para poder encontrar el cadáver de Beryl Evans, el cual estaba doblado bajo el fregadero y enrollado en una manta, ocultado por unos troncos.
Se encontraba vestida y con una corbata en el cuello, la mujer había sido estrangulada, y a su lado, la pequeña Geraldine se encontraba también muerta de la misma forma.
Evans es trasladado a Londres el 2 de Diciembre y es acusado del homicidio de su esposa y su hija.
Desesperado y decepcionado por la “amistad” de su amigo, decide confesar toda la verdad y culpar Christie como único responsable del aborto fallido.
Durante el juicio se comprobó que Christie había servido a su país durante la primera Guerra Mundial y que había trabajado como policía especial.
Con esto se ganó la compasión del jurado, y al tiempo que declaraba como testigo negó rotundamente su participación en el aborto.
Comentó además sobre las continuas peleas del joven matrimonio y de los malos tratos que sufría Beryl (lo cual era obviamente todo falso).
Inmediatamente el jurado, guiado por la declaración de Christie declaró a Timothy culpable de los asesinatos y fue sentenciado a la horca.
Timothy no dejó de insistir en que Christie mató a su mujer y a su hija, hasta el día de su muerte, pero nadie le creyó. Murió ahorcado el 9 de Marzo de 1950.
John Christie había estado muy cerca de ser atrapado; el nº 10 de Rillington Place había sido registrado dos veces y nadie había encontrado otros restos de cuerpos en el lugar.
El comienzo del fin:
En Diciembre de 1952, Ethel se despierta sufriendo convulsiones y ataques de tos, ante lo cual Christie decide estrangularla como “un acto de compasión”, por no poder acabar con sus dolores de otra forma.
Dejó su cadáver varios días en la cama, y luego decidió sepultarlo bajo las tablas del suelo.
Arruinado, Jhon decide vender todos los muebles y excusa la ausencia de su mujer diciendo que estaba de viaje.
Tras matar a Ethel, la poca cordura que le quedaba se deteriora notoriamente, y entre Diciembre de 1952 y su detención, en Marzo de 1953, atrae hasta su casa a sus tres últimas víctimas.
Kathleen Maloney, una prostituta de 26 años que conoció a Christie en un pub de Londres murió gaseada y estrangulada en Enero de 1953.
El 12 de Enero mata del mismo modo a Rita Nelson, otra prostituta de 25 años.
El 6 de Marzo conoce en un café a su última víctima, Hectorina McLenna de 26 años, Christie le ofreció alojamiento, y una vez en casa, la mata al igual que a todas las demás.
Los tres cadáveres fueron escondidos en el hueco de la pared de la cocina, que posteriormente cubrió con papel.
El 21 de Marzo abandona Rillington Place y empieza a vagabundear por la ciudad,
El 31 de ese mismo mes es arrestado junto al puente Putney , pues la policía lo buscaba tras el hallazgo de los cadáveres realizados por el nuevo inquilino del Rillington Place.
El juicio:
Comienza entonces el juicio en el mismo tribunal que tres años antes había mandado a la horca a un hombre inocente.
Christie admitió haber cometido siete crímenes entre 1943 y 1953, pero nunca confesó el asesinato de la pequeña Geraldine.
La sentencia:
Al cuarto día de juicio el jurado lo declara culpable. John Christie es sentenciado a morir en la horca.
El 15 de Julio de 1953 es ahorcado.
La peor paradoja de esta historia es que, 16 años después de ser ahorcado, Timothy Evans recibe el perdón de la justicia.
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