Ricky Kasso

Si bien no podemos recordar a éste joven de 17 años como un asesino serial, definitivamente podemos considerar su actuar criminal como un enigma en la historia del crímen.
Un asesinato relacionado con las drogas y el culto satanista.

Ricky Kasso era un joven de 17 años que vivía en Northport, Long Island.
Sus compañeros de escuela lo apodaban “el Rey del Ácido” debido a su afición a las drogas alucinógenas.
En el año 1984, la policía de Northport recibió una llamada telefónica, en la cual le informaron que había sido hallado un cuerpo semi- enterrado, en un hoyo en el bosque de Aztakea.
Inmediatamente, un grupo de oficiales se dirigió al lugar para corroborar la información de la llamada, y efectivamente así fue, pues en el bosque encontraron el cuerpo de Gary Lauwers.
El cuerpo del joven llebava ahí unas 2 semanas, conclusión a la que llegaron debido al elevado grado de descomposición del cadáver.
Gary Lauwers había sido apuñalado 32 veces, había recibido 22 puñaladas en la cara y el resto en el cuerpo.
De todas formas, el cuerpo se encontraba en tal mal estado que los agentes no pudieron determinar el número exacto de heridas, pudiendo haber sido más cortes de los anteriormente precisados.
La policía no dudó en apuntar su investigación hacia Ricky Kasso y su amigo James Troyano, dos jóvenes bastante conocidos en el mundillo policial por ser habituales consumidores de drogas y cometer actos de vandalismo propios de adolescentes.
Ambos jovenes habían dejado la escuela secundaria, y se dedicaban entonces, a vagar por las calles.
Troyano poseía el record de arrestos por robo en el lugar, mientras que Kasso también tenía el porpio, por reunir los cargos más extraños.
Su arresto más reciente había sido por haber profanado una tumba del siglo 19, de la cual había robado un cráneo y una mano, según declaró después, los iba a utilizar en un rito satánico.
Al tiempo ambos jovenes fueron puestos bajo custodia, y en un interrogatorio casi de rutina ambos confesaron a los agentes haber cometido aquel asesinato.
Dijeron que se habían unido a un grupo satánico local conocido como el “Los Caballeros del Círculo Negro”, que tenía alrededor de 20 miembros, y era conocido por sus sacrificios animales a su dios Satán.
Consecuentemente, en un principio se rotuló el crimen como parte de un rito satánico, en el cual habrían extraído los ojos de la víctima.
Kasso declaró que estaba en el bosque con Lauwers y dos amigos, Quiñones y Troyano.
Según declaró Kasso, en determinado momento comenzó a sentirse extremamente agresivo, y fue entonces cuando comenzó a golpear a Lauwers hasta perder el control. Luego reconoció haber sacado un cuchillo de su bolsillo y haberlo apuñalado gritando una y otra vez “Di que amas a Satanás”.
Como el agredido tan solo balbuceaba “No, yo solo amo a mi madre”, siguió ensañándose con él, preso del ataque de ira, hasta que finalmente terminó con su vida.
Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, confesó haber sentido miedo, pero también agregó que en ese preciso momento escuchó el graznido de un cuervo que, en su mente, identificó como una señal de Satanás diciéndole que el crimen había sido en su honor y un hecho positivo para él.
Por su parte, cuando le tocó el turno de declarar a James Troyano, el joven dijo que ni el grupo de satanistas “Los Caballeros del Círculo Negro” ni el satanismo en general habían tenido que ver con el crímen.
Troyano afirmó haber sido simplemente un testigo del asesinato, junto con Alberto Quiñones.
También agregó que, si bien el satanismo no había estado mezclado con el asesinato, sabía que Kasso seguía un estilo de heavy metal muy duro relacionado con el satanismo, pero que las drogas habían sido el factor principal del crimen.
Pues según sus declaraciones, el principal acto que motivó el ensañamiento del asesino con la víctima fue que Lauwers había robado diez papelinas de droga a Kasso.
Consecuentemente, cuando Kasso se enteró, el 16 de junio, decidió darle una lección a Lauwers.
Los jóvenes testigos dijeron también que el percance de los ojos ha sido un hecho accidental, pues Kasso se los habría extraído durante el forcejeo que mantuvieron ambos con el cuchillo.
Finalmente declararon que, hecho el crimen, cubrieron el cadáver con hojas y lo dejaron abandonado en el bosque.
En el juicio, Troyano mantuvo que él sólo había sido un testigo, y que no había participado en el asesinato.
El jurado no lo declaró culpable.
Para enredar más todas estas declaraciones contradictorias, el 7 de julio de 1984, a las 01:00 a.m., Richard Kasso se suicidó colgándose en su propia celda de la prisión de Riverhead, en Nueva York.

Podemos concluir entonces, que nunca se sabrá la completa verdad de lo ocurrido esa tarde en el bosque de Aztakea.
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